Lo que hace que Bachatta Techno Factory sea único no es solo la música o las luces, sino la comunidad que se formó en su interior. Durante años, Bachatta fue más que una discoteca; fue un santuario donde los extraños se convertían en amigos y las noches se volvían eternas.

La fama y los desafíos no impidieron que los fieles bachatteros regresaran una y otra vez, buscando esa chispa de magia que solo Bachatta podía ofrecer. A pesar de los altibajos y los cambios en el panorama de la vida nocturna, el espíritu de Bachatta sigue vivo en aquellos que lo vivieron y lo amaron.

El tributo anual en la sala Groove es más que una celebración; es un recordatorio de que, aunque Bachatta Techno Factory haya cerrado sus puertas, su espíritu sigue vibrando en cada nota de música electrónica y en cada corazón que alguna vez se perdió en sus laberínticos pasillos. Porque Bachatta no era solo una discoteca; era un hogar para aquellos que buscaban un escape,